Dr. Pedro Cascales Campos


El Dr. Pedro Cascales Campos.

 

“Tenemos que conseguir que los enfermos se traten en centros que estén acostumbrados a tratar muchas veces a otros enfermos iguales. Y eso pasa por la centralización”

El Dr. Pedro Cascales (Cieza, Murcia, 1978) es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia en 2002 y obtuvo el título de doctor en Cirugía por la misma universidad con la máxima calificación y la concesión del premio extraordinario de doctorado. Es profesor titular de Cirugía, acreditado para la figura de catedrático, y especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo en el Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de la capital murciana y desde 2008 ha dedicado la mayor parte de su actividad profesional a la cirugía oncológica peritoneal. Fue presidente de la Sociedad Española de Oncología Quirúrgica entre 2022 y febrero de 2024. La cirugía del cáncer llegó a su vida de forma casi casual, tras descubrir las técnicas de citorreducción+HIPEC y por cómo lo impactó el caso de una vecina con cáncer de ovario. En la actualidad, alterna la cirugía del cáncer con la de trasplantes.


P: ¿En su familia había algún médico?

R: No, mi padre era albañil. Y mi madre trabajaba en el campo cuando yo empecé a estudiar. Yo he trabajado en el campo también para un poco aliviarme de gastos y he estudiado toda mi vida gracias a las becas.

P: Su padre quería que fuera arquitecto

R: Así es. Al final los padres quieren que sus hijos vivan mejor. Pero recuerdo un crío de mi clase que se puso malo de la cabeza. Tendría yo ocho o nueve años. Tuvo una hidrocefalia y tuvieron que ponerle una válvula de derivación ventrículo-peritoneal. Cuando tú eres pequeño, oyes que está muy malito, incluso que puede morirse… y de repente viene del hospital, aparece por la clase de nuevo, y está bien. Aquello me impresionó. Vi en aquello algo medio mágico. No sé cómo entendería la muerte en aquel momento. Y me dije: lo han curado, y lo han operado con las manos. Eso me impresionó. Tengo muy presente ese recuerdo. Todavía lo veo por la calle. Él no sabe nada de este recuerdo y lo que ha supuesto en mi biografía.

P: Cuando ingresa en Medicina lo hace con el propósito de ser médico de familia

R: Sí, a mí me gustaba en general toda la medicina, pero la cirugía siempre ha estado allí detrás en todo momento.

P: Entonces, ¿cuándo se decide por la cirugía? 

R: En cuarto de carrera me examino de cirugía y el profesor tuvo que ver que hacía un examen muy bueno, porque me dijo: ¿has visto esto de lo que tú estás hablando en el examen alguna vez? Le dije que no. Era un viernes. “Pues el domingo estoy de guardia, te vienes conmigo”, me respondió. Esa persona ha sido y es mi mentor: el doctor Pablo Ramírez, director del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria y actual jefe del servicio de cirugía del Virgen de la Arrixaca.

P:  ¿Cómo se interesó por la cirugía del cáncer?

R: La cirugía del cáncer viene a mi vida de una forma casi casual. Coinciden dos cosas. La primera es que la madre de un compañero mío tiene un cáncer de ovario. Y entonces ese amigo, después de alguna cirugía previa a su madre, la lleva a un centro donde se hace citorreducción e HIPEC, cosa que entonces —hablo de 2006— en mi hospital no hacíamos y no tenía ni idea de que existía. Y asisto, aún como residente, a congresos internacionales de la especialidad.

A esto se añade la coincidencia con algo personal. En mi pueblo, la gente va a mi casa, muchas veces solamente a que les explique qué es lo que tienen (muchos médicos no hablan con los enfermos). Una de las veces se presentó una chica joven con un cáncer de ovario y su situación era tan mala que no supe ni qué decir. Vi un vínculo en lo que le había pasado a la madre de mi amigo y a esta vecina y me dije: aquí hay una manera de poder ayudar a este tipo de pacientes.

P: Entonces se va a Córdoba.

R: Sí, al Hospital Universitario Reina Sofía, durante cuatro meses, con los doctores Sebastián Rufián y Cristóbal Muñoz Casares. Y ahí empezó todo. A la vuelta me nombraron jefe de residentes del hospital, con lo cual pude seguir vinculado al a mi servicio.

P: También progresa en la carrera académica.

R: Sí. Lo tenía muy claro porque en mi servicio hay una vocación universitaria muy grande, derivada de la filosofía del profesor Pascual Parrilla. Fui adquiriendo los roles de profesor asociado. Ahora soy profesor titular y, dentro de poco, catedrático de la Universidad de Murcia.

 

Virgen de la Arrixa

P: ¿Y en el ámbito asistencial?

R: En Virgen de la Arrixaca he terminado encargándome de la carcinomatosis peritoneal y del sarcoma en una sección de la que soy jefe de sección. Somos cuatro personas en unas unidad que solamente me da alegrías. También estoy vinculado al trasplante hepático. 

P: Al entrar en la universidad, ¿encontró lo que esperaba de ella?

R: No, yo me esperaba la universidad de otra forma. Creía que la universidad iba a generar un ambiente, vamos a decir, más cultural e impactante. Y me encuentro con una universidad llena de personas que parecen creer algo así como “qué bonito es la docencia, si no fuera por los alumnos”. Es decir, poco comprometida y con poca ganas de implicarse con el alumno.

P: Hablamos de 1996. 

R: Sí, pero esto, prácticamente, ha seguido hasta el presente. Al alumno muchas veces se le dice: “Todavía estás a tiempo de cambiarte de carrera”. Hay una corriente que parece tratar a los alumnos de medicina como si fueran cactus, elementos casi decorativos en la consulta. Yo no lo veo así: me implico con ellos, hablo mucho con ellos. Y me siento querido. Este año me han elegido padrino de promoción por tercera vez ya.

 

Los alumnos de Medicina de ahora tienen acceso a un contenido más global e inmediato. pero en cuanto a la implicación en la clínica no hay ninguna diferencia con mi época

 

P: ¿Ve un contraste grande entre estos alumnos de medicina que a los que usted enseña ahora y los de su generación?

R: Sí, los alumnos de ahora tienen acceso a un contenido más global e inmediato. En mis clases muchos están con sus ordenadores y pueden (yo les animo) contrastar lo que les voy diciendo en tiempo real. Es cierto que las redes sociales les ocupan mucho tiempo, pero esto no solo pasa en medicina, sino en todas las carreras. También es cierto que se han endurecido las condiciones de entrada. Es decir, el alumno de medicina tiene que superar una nota de corte muy alta. Es casi una paranoia acceder a la carrera de medicina y el resultado es que me encuentro con auténticas máquinas de estudiar. Soy optimista y creo que ahora el nivel de estudiante es mucho mayor. Eso sí, en cuanto a la implicación en la clínica no hay ninguna diferencia. Tanto en mi época como ahora tienes que tener la suerte de encontrar a alguien que te guíe. 

 

“Como alumno, tienes que tener la suerte de encontrar a alguien que te guíe, un mentor. Y puede ser cualquier médico, no necesariamente un catedrático”

 

P: ¿Un mentor?

R: Sí, es fundamental. Tanto es así que un profesor puede hacer que odies una determinada disciplina. Y al contrario, hay disciplinas duras que los profesores que las imparten mantienen el interés de los alumnos. Se lo digo a los míos, encontrar esa figura es esencial y no necesariamente tiene que estar dentro de la universidad, es decir, no tiene que ser académico. Eso sí, tiene que ser alguien con capacidad de transmitir la pasión por lo que hace. Si lo encuentras, no te despegues de él. Y puede ser cualquier médico, no necesariamente un catedrático, como digo. Para entrar en el cuerpo de profesores de universidad en medicina te exigen cuestiones, digamos, fundamentalmente numéricas: número de artículos, número de proyectos, número de años de docencia. Pero nadie evalúa las ganas que tienes de enseñar. Y conozco a gente, es una lástima, que son profesores, titulares y catedráticos a los que los alumnos no conocen. Y, en cambio, conozco a gente que no está dentro del mundo académico, pero tienen una capacidad docente impresionante y que, como el flautista de Hamelín, tiene un séquito e alumnos detrás.

 

Creo que la vocación es la fuerza que te permite soportar esos malos momentos que tiene la medicina, porque, si no los soportas, el reflejo psicológico espontáneo es el del alejamiento del paciente

 

P: ¿Cómo se percibe la vocación médica ahora, en comparación a los años noventa, cuando usted entra en la universidad?

R: La vocación es la misma pero hay cosas que la generación de ahora no tolera. Se ponen líneas rojas. Mi generación y la anterior también eran conscientes de situaciones que no veían bien, pero tragábamos. Los de ahora no, ponen límites a la “esclavitud moderna”, es decir, al hecho de que te utilicen. Y te ponen las cosas claras: ‘Sé que esto requiere un esfuerzo y yo lo hago, pero realmente me estás utilizando’. No tienen reparos en decirlo.  

El Dr. Cascales en la radio

P: ¿A qué se refiere cuando dice, en otras entrevistas, que si no hubiera podido estudiar medicina habría tenido problemas?

R: Cuando hice las pruebas de acceso a la universidad, yo no tenía realmente ninguna alternativa a la medicina. Puse una segunda opción por si acaso, pero realmente no me gustaba, me habría frustrado. Lo hice para no quedarme sin carrera. De no entrar, habría tenido un problema muy serio. Si no entro a medicina, no hubiera sido yo. 

P: ¿Por qué? 

R: Toda mi vida ronda alrededor de la medicina. Yo conocí a mi mujer hace 25 años en la carrera. Es médica de familia. Menos mal que no era consciente de todo esto cuando hice la Selectividad [la antigua prueba de acceso a la universidad], demasiada presión. 

P: ¿Recuerda cómo recibió su familia la noticia de que iba a poder estudiar medicina?

R: Bueno, como yo sabía la nota de corte más o menos que había en aquel momento, subí al instituto a ver mis notas de la selectividad y supe inmediatamente que podía entrar a medicina. Entonces llegué a casa, lo dije, comimos como otro día cualquiera y me acosté a dormir la siesta con satisfacción. No recuerdo ninguna fiesta: en las familias humildes hay menos fanfarria en todas estas cosas. Hay alegría, pero sin excesos. Recuerdo más la alegría de terminar la carrera, tras aprobar la asignatura de infecciosas. Llamé a mi abuela y me dijo: “Ahora te llamaré ‘don Pedro”. Soy el primero de mi familia que ha ido a la universidad.

P: Volvamos a cómo ve el ejercicio de la medicina. Usted dice que es una obligación como médico tener una mentalidad crítica. ¿A qué se refiere?

R: Cuando tú haces algo, ese algo o funciona o no funciona. Los médicos tenemos que tener una mentalidad científica. Y tenemos que ser críticos y plantearnos que si algo no funciona, hay que descartarlo, y si funciona, tenemos que ver si es posible una mejoría adicional. Si no eres crítico, se siguen haciendo cosas que no funcionan y los resultados no mejoran. Los médicos tenemos que tener una mentalidad abierta, no dogmática.

 

La medicina es incertidumbre en un porcentaje muy alto de lo que hacemos, pero no es tolerable es que donde sí hay evidencia científica no se le haga caso

 

P: A pesar del aumento del conocimiento basado en la evidencia, ¿no cree que todavía hoy los médicos tienen que volar muchas veces por libre? Es decir, que se enfrentan en su vida profesional con muchas situaciones sobre las que no hay suficiente literatura científica…

R: La medicina es incertidumbre en un porcentaje muy alto de lo que hacemos. Pero lo que para mí no es tolerable es que donde sí hay evidencia científica no se le haga caso. Si hemos dado un paso adelante comprobando científicamente una cosa: ¿qué necesidad hay de seguir haciendo lo contrario? Decía un profesor mío que la medicina es arte y es ciencia.

P: ¿Y sigue siendo así a pesar de todo el ‘arsenal’ científico acumulado? 

R: Sí, y hay auténticos médicos artistas que saben ir manejando la situación de una forma empírica y utilizando también la ciencia.

P: ¿Se aprende también de los pacientes? 

R: Sí, y me acuerdo de muchos de ellos. La memoria va vinculada a la emoción. Me acuerdo de muchísimos pacientes, y de hecho paso consulta sin historia clínica porque me conozco el enfermo, me conozco la historia, me conozco la familia, lo que les ha pasado. Hemos vivido situaciones familiares con ellos que no tienen nada que ver con el motivo directo por el que ha venido a consulta. La mayoría de mis pacientes tienen mi teléfono personal. Y te acuerdas de mucho porque sufres con ellos. Y, por lo tanto, cuando las cosas no van bien, como sufren más, te acuerdas más. Aprendes de ellos. Y ahora más con la toma de decisiones compartidas, que es un modelo de relación fundamental. Yo me siento con todos los pacientes. Durante el ingreso, una o dos veces, cojo la silla, me siento a su lado, y hablamos de otras cosas. Los conozco.

P: ¿Se ha endurecido usted con el tiempo? ¿Cómo aborda psicológicamente el hecho de estar expuesto a situaciones en las que hay que dar también malas noticias?

R: Eres persona, pero también tienes que ser profesional. Volvamos al concepto de vocación. ¿Qué es la vocación? Creo que es la fuerza que te permite soportar esos malos momentos que tiene la medicina, porque, si no los soportas, el reflejo psicológico espontáneo es el del alejamiento. Con el paso del tiempo no me he endurecido, simplemente, como he vivido más cosas, tolero mejor la respuesta fisiológica de angustia. Es decir, cuando a mí me llaman por teléfono porque el paciente de tal habitación tiene un problema grande y hay que volver a recuperarlo, la sensación de tensión interna es la misma, pero la tolero mejor, la sé encajar. Conozco compañeros que no es que se hayan endurecido, sino que, como no saben encajar la emoción, no son capaces de soportarla y su respuesta es alejarse de los pacientes.

El Dr. Pedro Cascales Campos

 

P: ¿Qué papel cree que tiene la cirugía del cáncer hoy? 

R: Hoy en día la cirugía es una de las herramientas más importantes en el tratamiento contra el cáncer. Una mala cirugía no es capaz de remontarla a ningún otro tratamiento adyuvante. Si los enfermos tienen una oportunidad de curarse es en enfermedades donde la cirugía tiene un papel. Si esa cirugía se hace mal, se les quitan esas oportunidades de curarse y. Y lo que pasa es que es verdad que la cirugía avanza fundamentalmente en la aplicación de la tecnología al procedimiento quirúrgico y en el conocimiento de los fundamentos del cáncer. Al tiempo, la oncología médica y farmaindustria están progresando a una velocidad vertiginosa. Es decir, no ha terminado un ensayo clínico cuando ya se está haciendo otro.

 

La expresión ‘cronificar el cáncer’ es muy peligrosa. El objetivo fundamental debe ser todavía curar el cáncer o al menos determinados tipos de cánceres

 

P: ¿Qué avances le han llamado más la atención desde que estudiaba?

R: Es un avance progresivo. Creo que se han traducido en mejoras de la supervivencia, pero no hemos tenido ese hito en el que podamos decir: hemos atajado una enfermedad, es decir, la curación. Por otro lado creo que la expresión “cronificar el cáncer” es muy peligrosa. El objetivo fundamental debe ser todavía curar el cáncer o al menos determinados tipos de cánceres. Un paciente con cáncer es una persona enferma. Si cronificas el cáncer, tendremos siempre a una persona enferma. Y no podemos contentarnos con eso. Cuando uno enferma es diferente completamente a como es uno cuando está sano. Entonces nuestro objetivo no debe ser convertir a una persona en un enfermo crónico, salvo, claro, que la alternativa sea la muerte. Detrás de esa cronificación podemos interpretar también algunos intereses.

 

Para el cirujano, siempre habrá una posición fundamentalmente para las complicaciones del cáncer

 

P: ¿Cuál cree que será el papel del cirujano dentro de, digamos, diez años?

R: Sinceramente no lo sé. Yo creo que en el futuro podremos entender los fundamentos del cáncer y podremos tener una cura frente a muchas enfermedades. Y entonces el cirujano del futuro nos verá ahora como bárbaros, como nosotros vemos lo que hacían nuestros antepasados. Para el cirujano, siempre habrá una posición fundamentalmente para las complicaciones del cáncer. Este papel no va a desaparecer, pero hay escenarios en los que hemos dejado de estar ahí. Por ejemplo, cuando hace décadas a un paciente con un linfoma de Hodgkin se hacía una cirugía que en la técnica de Kaplan, que había que hacer biopsias ganglionares, mediastino, esplenectomía, biopsia hepática…. A nadie se le ocurre ahora hacer eso ahora. Hace años el cirujano que entraba en la enfermedad metastásica era considerado un demonio. Ahora tenemos muchos escenarios metastásicos donde el enfermo intervenido quirúrgicamente se cura. 

P: ¿Qué destrezas cree que tiene que tener un buen cirujano del cáncer?

R: Especialmente la cirugía del cáncer implica un dominio importante de la situación. Lo primero que tiene que ser es un buen técnico y además tiene que conocer los fundamentos básicos de lo que está haciendo con una profundidad mayor.

P: ¿Los fundamentos biológicos?

R: Los fundamentos biológicos y las alternativas de tratamiento. ¿Por qué? Porque la misma cirugía, posicionada en diferentes momentos de la historia natural de la enfermedad, puede dar resultados totalmente diferentes. Por tanto, hay que saber en esa historia natural, cuándo intervenir. El orden es fundamental.

P: ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene, desde el punto de vista profesionalidad, este ámbito de la cirugía?

R: La ventaja fundamental es enfrentarte a una enfermedad muy heterogénea. Es que, como decía el profesor Parrilla, que era mi antiguo jefe de servicio, “el enemigo tiene mil caras” y entonces, como tiene tantas caras, tienes que saber qué hacer en cada una de ellas. Es una enfermedad apasionante, que además viene del propio enfermo. En El emperador de todos los males: Una biografía del cáncer, el autor, Siddhartha Mukherjee, el cáncer es la peor versión de uno mismo. Estamos luchando con el enfermo contra lo que se ha producido en el enfermo. Es un área apasionante. Pero la desventaja es precisamente la dureza del tratamiento que aplicas, la exigencia, tanto física e intelectual, y el enfrentarse a que muchos pacientes van desapareciendo de tu consulta con el paso del tiempo.

P: ¿Qué cambiaría del modelo asistencial para mejorar las posibilidades de supervivencia y curación? 

R: Tenemos que conseguir que los enfermos se traten en centros que estén acostumbrados a tratar muchas veces a otros enfermos iguales. Y eso pasa por la centralización. Pero los políticos no toman decisiones valientes. Y decirle a un entorno poblacional que está formado por varios hospitales que a partir de ahora determinadas enfermedades se van a operar en un determinado hospital pero no en otro es una decisión valiente. 

P: Esto, especialmente para los procesos oncoquirúrgicos complejos. 

R: Sí, por supuesto, no todo puede ni debe centralizarse. Pero no puede ser que en una comunidad autónoma de solo un millón de habitantes haya cuatro o cinco grupos que traten patologías oncológicas complejas. Es un error garrafal, pero para evitarlo dependemos de la decisión valiente que mencionaba.

 

El Dr. Cascales tocando el violonchelo

 

P: ¿Qué habría sido usted de no ser médico?

R: Músico. Toco el violonchelo. He transmitido esta afición a mis hijos, que ya son mejores que yo, y eso me hace feliz. Creo que la cultura musical es importante. También hay una vinculación entre la música y la ciencia. Siempre les pregunto a mis alumnos si tocan algún instrumento. Y es sorprendente porque muchísimos me dicen que sí. Como ves, siempre termino hablando de mis alumnos. Soy optimista en el futuro.



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